miércoles, 13 de julio de 2016

TRIBUTO DE LAS TRES VACAS

TRIBUTO DE LAS TRES VACAS 
 


El Tributo de las Tres Vacas es una ceremonia que reúne a los vecinos de los valles de Roncal(Navarra) y de Baretous (Bearne, Francia) en el collado de Ernaz o Piedra de San Martín cada 13 de julio. En un sencillo acto, se renuevan los votos paz y los franceses entregan  tres vacas a los roncaleses.


Este tratado, cuyo origen no queda claro, tiene constancia escrita desde 1375, pero su existencia es anterior.
En esa fecha, la sentencia arbitral de Ansó deja claro que la ceremonia venía celebrándose ya entonces, desde tiempo inmemorial y establece la reanudación del pago del tributo, que además tiene el carácter de perpetuo.
Unos autores hablan de facería, que compensa el uso de pastos y fuentes. Otros, encuentran su origen en un tributo de guerra de la época de los cimbrios, de ahí su condición de perpetuidad.
En el acto tradicional, en torno al mojón fronterizo 262 se reúnen los alcaldes de ambas vertientes. Los roncaleses atraviados con el traje típico y los franceses de traje y banda tricolor, cada uno en su territorio. El alcalde de Isaba que preside la ceremonia pregunta por tres veces a los baretoneses si están dispuestos, como en años anteriores, a pagar el Tributo de las Tres Vacas de dos años, del mismo pelaje y cornaje, y sin tacha ni lesión alguna. Los preguntados responden que sí en tres ocasiones. Se renueva el compromiso de paz, sellándolo con la colocación de las manos sobre la piedra alternando una de cada lado, siendo el último en hacerlo el alcade de Isaba que pronuncia tres veces seguidas el famoso pax avant, pax avant, pax avant, (paz en adelante), al que responden los representantes baretoneses de  igual manera.

Se procede a la elección de los guardas bajo juramento. Se pide a quien tenga algo que alegar que de un paso al frente. El secretario del valle levanta el acta que firman primero los representantes del valle de Roncal, luego los de Baretous y como testigos algunas personalidades asistentes.

Posteriormente se acude a un cercado improvisado y se procede al reconocimiento de las vacas por el veterinario asignado. Se entregan 3 vacas de 2 años sin mancha alguna y del mismo astaje, pelaje y dentaje que se repartirán dos para la villa de Isaba y la otra va rotando por los pueblos de Uztárroz, Urzainqui, Uztárroz y Garde sucesivamente.  Algunas fuentes hablan de que en un origen se entregaban 3 caballos con una estrella blanca en la frente, pero debido a la dificultad de encontrar animales tan puros, se cambió a las vacas. En la actualidad, tras la ceremonia en el collado de Ernaz, las vacas vuelven a su territorio y se paga el «tributo» con el equivalente a su valor monetario del mercado actual.
A continuación se celebra un lunch de autoridades. Mientras tanto y previa a la ceremonia, se celebra una misa al aire libre y hay una feria con productos de la zona, música con txaranga, danzas, y se termina con una comida de hermandad en una carpa habilitada al efecto.

En cuanto al origen, los defensores del tributo de guerra argumentan que en la época de los cimbrios, estos, arrasaron algunos pueblos del valle ayudados por los del Baretous, y en compensación por las grandes pérdidas de vidas y materiales se estableció el tributo de paz, de ahí que se renueven los votos de paz. Además, en un origen los roncaleses iniciaban el acto con una Salva de disparos. Otro punto fuerte es la perpetuidaddel tributo de guerra, cualquier facería podría interrumpirse por la voluntad de una de las partes.
Sin embargo, desde niños hemos oído una macabra leyenda que describe unos hechos sucedidos en 1373 que fueron los que llevaron a la sentencia que aún sigue en vigor. Estos hechos son una mezcla de historia y leyenda.

En una fuente en el monte Arlás, se encontraron el roncalés Pedro Karrika y el baretonés Pierre Sansoler con sus rebaños. Tras una discusión y pelea sobre qué ganado debía abrevar antes, Karrika mató a Sansoler y huyó. Sus compañeros organizaron una expedición para vengar su muerte, pero al no encontrar al homicida en el puerto bajaron hacia el valle de Belagua donde encontraron a la mujer de Karrika que se encontraba embarazada. Tras preguntar por su marido la mataron. Al conocerse la noticia  Karrika con un grupo de convecinos fueron a vengar la muerte de su esposa, llegando a la casa de Sansoler donde estaban celebrando la hazaña. Asesinaron a todos menos su mujer que tenía un niño pequeño. Alguien, dio la alarma a los vecinos que emboscaron en un paso estrecho y mataron a la mayoría de los atacantes roncaleses.. Estos sucesos llegaron a los oídos de las autoridades navarras y  bearnesas, que intentaron conseguir la paz. Finalmente y tras muchas muertes más, bajo el arbitraje de Ansó se firmó el supuesto tratado.